:: Las llaves del Reino de Dios


Año nuevo 2006




Enseñanza de Dharma del día de año nuevo (2006) por el maestro zen Thích Nhất Hạnh. ( Extraído de la revista “La campana de la Plena Conciencia”. Traducido del original en inglés.)

En las enseñanzas del Cristianismo y del Judaísmo se habla del Reino de Dios. En el Budismo hablamos de la Tierra de Buda. Se le podría llamar también “El Reino de Buda”. En Plum Village nosotros decimos que el Reino de Dios es ahora o nunca, y esta es nuestra práctica. En Plum Village el Reino de Dios, la Tierra Pura de Buda no es simplemente una idea. Es algo que puedes saborear, tocar y vivir en tu vida diaria. Es posible reconocer el Reino de Dios, el Reino de Buda cuando está presente. En la tradición budista la Tierra de Buda o Tierra Pura es un centro de práctica donde Buda y los grandes Bodhisattvas son maestros y todos nosotros somos practicantes. ¿Cuál es la finalidad de la práctica? Practicar es producir más comprensión y compasión. La felicidad no sería posible sin la comprensión y la compasión. 

Mi definición sobre el Reino de Dios es un lugar donde hay comprensión, compasión y donde todos nosotros podemos aprender a ser más comprensivos y compasivos. En eso estamos de acuerdo. Pero hay algo más en lo que nosotros también deberíamos estar de acuerdo;–si hay o no sufrimiento en el Reino de Dios, en la Tierra Pura de Buda. Si nos tomamos el tiempo suficiente para mirar profundamente, vemos que la comprensión y la compasión surgen del sufrimiento. La comprensión es la comprensión del sufrimiento, y la compasión es la clase de energía que puede transformar el sufrimiento. Si no hay sufrimiento, no tenemos modo de cultivar nuestra comprensión y compasión. Esto es muy sencillo de ver. Si vienes a Plum Village en verano, puedes ver muchas flores de loto. Sin el lodo las flores de loto no crecerían. No puedes separar las flores de loto del lodo. Sucede lo mismo con la comprensión y el amor. Estas son dos clases de flores que crecen en la tierra del sufrimiento. No me gustaría enviar a mis hijos a un lugar donde no existiera el sufrimiento, porque yo sé que en tal lugar mis hijos no tendrían oportunidad de desarrollar su comprensión y compasión. No sé si mis amigos que vienen de la tradición judía o cristiana pueden aceptar esto -que en el Reino de Dios hay sufrimiento- pero en las enseñanzas budistas está claro que el sufrimiento y la felicidad “inter-son”. Donde no hay sufrimiento no puede haber felicidad. Sabemos por propia experiencia que es imposible cultivar más comprensión y compasión si no está presente el sufrimiento. Es con estiércol con lo que cultivamos flores. Es con el sufrimiento con lo que cultivamos comprensión y compasión. 

Una proposición lógica.
Puedo reconocer, y muchos de mis amigos pueden reconocer, que hay sufrimiento en la Tierra Pura, en la tierra de Buda, porque nosotros necesitamos el sufrimiento para cultivar nuestra comprensión y compasión, las cuales son esenciales para la Tierra Pura, para el Reino de Dios. Aprendemos del sufrimiento. Si somos capaces de cultivar la comprensión es gracias al sufrimiento. Si somos capaces de cultivar la compasión es gracias a la existencia del sufrimiento. Creo que es muy importante reexaminar nuestra noción del Reino de Dios, de la Tierra Pura y no pensar durante más tiempo que son lugares donde en absoluto hay sufrimiento. Lógicamente esto es imposible. Muchos de nosotros piensan que el Reino de Dios, la Tierra Pura de Buda pertenecen al futuro, tras esta vida. En términos de espacio y tiempo, el Reino de Dios está muy lejos. Recuerdo hace cuarenta años cuando fui por primera vez a Estados Unidos para hablar sobre la guerra de Vietnam. Fui invitado por muchos grupos y recuerdo una charla en una iglesia cerca de Filadelfia donde la mayoría de sus practicantes eran gente de color. Dije que el Reino de Dios era justo ahora, justo aquí y que no tienes que morir para entrar en el Reino de Dios. De hecho, tienes que estar muy vivo, muy despierto para entrar en él. Para mí, estar vivo es estar consciente, concentrado y feliz. Esta es la clase de pasaporte que necesitas para ser admitido en el Reino de Dios: consciencia, concentración y libertad. Si perteneces al pueblo del Reino de Dios, eres un practicante porque estás cultivando comprensión y amor en tu vida diaria. Esto hace que el Reino de Dios continúe siendo el Reino de Dios. Si el pueblo de este Reino no practica la comprensión y el amor, pierden el Reino en dos segundos porque la esencia del Reino es la comprensión y el amor. Es fácil visualizar el Reino de Buda como un centro de práctica donde hay maestros del drama enseñándonos, ayudándonos a cultivar comprensión y compasión. Cada uno disfruta de la práctica, pues cuanto más comprensión y compasión generan, tanto menos sufren. Son capaces de transformar el sufrimiento en compasión, en comprensión, en felicidad. La práctica de Plum Village consiste en experimentar el Reino de Dios, La Tierra Pura de Buda en nuestra vida diaria.

Ayudar a que el Reino se manifieste. 
Desde luego puedes decir que el Reino es aquí y ahora, pero eso no es suficiente. Debemos ayudar a que el Reino se manifieste. Sin consciencia, concentración y un poquito de libertad no se puede conseguir. El Reino de Dios está situado en nuestro cortex cerebral, en nuestra mente. Muchos de nosotros tenemos un ordenador y muchos lo usamos para realizar trabajos tales como procesar textos o llevar las cuentas de nuestro negocio, pero cualquier PC o Macintosh pueden hacer mucho más que eso. Usamos sólo el diez por ciento de su capacidad. Si sabemos cómo usar las otras capacidades del ordenador podemos hacer muchas cosas más. Lo mismo sucede con nuestro córtex, con nuestra mente y nuestro espíritu. Si sabes cómo usar la poderosa energía de la comprensión y la compasión puedes procesar muchos problemas difíciles de la vida diaria. Hay un poderoso ordenador dentro de nosotros y debemos aprender a usarlo apropiadamente para manejarnos en las situaciones de cada día que nos hacen sufrir. Buda proponía que practicáramos de acuerdo con el Noble Óctuple Sendero. Si seguimos sus instrucciones para practicar el recto ver, el recto pensar, el recto hablar, el recto proceder… seremos capaces de explorar el vasto territorio de nuestra mente y permitiremos que esos poderes maravillosos vengan y nos rescaten. De hecho, estamos limitados en un círculo muy pequeño. Nuestro pensar es muy estrecho y es por ello que sufrimos mucho más que un Buda o un bodhisatva.

El poder del Recto Pensar
Estamos todo el tiempo pensando y muchos de nuestros pensamientos no son muy positivos; nos hacen víctimas de un pensar negativo. Cuando dices “no sirvo para nada” esta es la clase de pensamiento que tiene el poder de hacerte sufrir. “No puedo acabar eso. No puedo meditar. No puedo perdonar. Estoy desesperado. No tendré éxito haciendo tal cosa”. O bien “Él quiere destruirme. No soy amado por nadie.” Esta clase de pensamiento no es la que Buda llamó Recto Pensar. Dentro de nosotros existe la capacidad de comprender y amar. Debido a que no estamos acostumbrados a tocar la tierra de la comprensión y la compasión no podemos producir pensamientos maravillosos en la línea del Recto Pensar. Suponte que tu amigo, tu hermano o hermana no te comprenden. Suponte que crees que tu maestro no te quiere. Cuando mantienes tales pensamientos, tú sufres. Ese pensamiento puede no corresponderse del todo con la realidad. Si continúas rumiando tales pensamientos y otros semejantes muy pronto te hallarás en un estado de depresión porque no estás practicando el Recto Pensar. “Mi hermano debe haberle dicho al maestro algo sobre mí. Por eso esta mañana no me miró.” Tu pensamiento puede estar totalmente equivocado y debes ser consciente de que tu pensamiento es sólo un pensamiento. No es la realidad. Si tú piensas:” Mi maestro no me comprende, pero soy capaz de ayudarle a comprenderme.” Esto sí es un pensamiento positivo. Y dejas de ser una víctima. Buda propuso la práctica del Recto Pensar. Durante la meditación sentada o durante el trabajo, los pensamientos negativos pueden surgir, pero no debes permitirte ser una víctima de ellos. Sólo permíteles aparecer y reconócelos. Esto es un pensamiento, y un pensamiento es simplemente un pensamiento, no es la realidad. Más tarde puedes escribirlo en una hoja de papel y echarle un vistazo. Cuando eres capaz de reconocer tus pensamientos , ya no eres más víctima de ellos . Tú eres tú mismo, aunque estos pensamientos sean negativos.

Los territorios de la Mente
Los pensamientos no surgen de la nada. Hay una tierra en la que crecen. En nuestra mente hay odio, miedo, preocupación, incomprensión. Y un pensamiento puede surgir de dichos territorios. Pero también en nuestra mente existe el vasto territorio de la compasión, de la comprensión. Tu puedes entrar en el Reino de Buda, en el Reino de Dios dentro de tu mente. De estos territorios brotarán entonces maravillosos pensamientos en la línea del Recto Pensar. Cuando reconoces un pensamiento, puedes sonreírle y hacerte la pregunta sobre la tierra de la que brota. No tienes que trabajar duro. Simplemente sonríele a tu pensamiento y luego reconoce si ha surgido de una percepción equivocada, del miedo, del odio o de los celos. Cuando eres capaz de generar un pensamiento que va en la dirección de la comprensión y el amor, en la dirección del Recto Pensar, ese pensamiento tendrá un efecto inmediato sobre tu salud física y mental. Y al mismo tiempo tiene un efecto en la salud de todo el mundo. Cuando produces un pensamiento negativo que proviene de tu odio, miedo o pesimismo tal como “ no valgo nada, no puedo hacer nada, mi vida es un fracaso” ese pensamiento tendrá un efecto muy negativo sobre tu salud física y mental. La práctica ofrecida por Buda no es para suprimir estos pensamientos negativos, sino para ser conscientes. “Este es un pensamiento negativo. Me permito reconocerlo.” Cuando eres capaz de reconocer ese pensamiento alcanzas un grado de libertad porque no eres ya más víctima de este pensamiento. Pero si no eres un practicante, continuas rumiando esa situación negativa de modo que te puede llevar a un estado de depresión. Reconocer la presencia de un pensamiento o sentimiento es muy importante. Esta es la práctica básica de un practicante de meditación. No intentas suprimir los pensamientos o sentimientos, les permites manifestarse. Pero tienes que estar allí para reconocer su presencia. Haciéndolo así estás cultivando tu libertad. En nuestra vida diaria podemos permitir que aparezcan estos pensamientos y sentimientos, pero no ser capaces de reconocer su presencia. Es por eso que nos volvemos víctimas de esos pensamientos, sentimientos y emociones. Nos sentimos perdidos en el reino de los pensamientos, sentimientos y percepciones porque no estamos verdaderamente presentes. La práctica es estar presente en el aquí y en el ahora y ser testigo de lo que ocurre, examinarlo, ser consciente. Esta es la práctica de la libertad.

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